La danza en telas es sutileza y control; no hay espacio para movimientos superfluos, porque para las telas, todos los movimientos son importantes.

Las telas abrazan, y también estrechan; mecen, y también sacuden; bailan, y también tiemblan… El más sensible de los aparatos de danza aérea, las telas reaccionan a todos los movimientos del bailarín.

El círculo es la forma más perfecta, y bailar en un aro significa honrar esa perfección e integrarse en la forma.

La danza con aro es contenida y centrípeta; el bailarín se convierte en un satélite de la circunferencia que orbita en su propio sistema, ajeno a la gravedad.

La danza es geometría, y en ninguna otra disciplina se hace eso más patente que en la danza vertical.

No solo cambia la posición del cuerpo, sino que invertimos el plano de horizontalidad, y la pared se convierte en el suelo.

Arriba y abajo adquieren un nuevo significado.

El punto medio aristotélico de la Danza Aérea se encuentra en la Hamaca. Punto de encuentro entre la Tela, el Aro y el Trapecio, la Hamaca transmite la seguridad de una crisálida, la diversión de un columpio, la fuerza de un abrazo profundo. Es dejarse caer hacia arriba.